Diseñar es, para mí, una forma de cuidar.
Cuidar la experiencia, la comprensión, la inclusión.
Cuidar los detalles que hacen posible que una persona se sienta capaz, bienvenida y comprendida en un entorno digital.
Cuidar la experiencia, la comprensión, la inclusión.
Cuidar los detalles que hacen posible que una persona se sienta capaz, bienvenida y comprendida en un entorno digital.
Desde hace más de una década, he recorrido múltiples industrias —editorial, salud, edtech y TI— siempre guiada por una convicción profunda: el diseño debe ser accesible, empático y significativo. No basta con que algo se vea bien; debe funcionar para todos, especialmente para quienes históricamente han sido excluidos.
Mi práctica está informada por el estudio riguroso y la observación atenta. Integro principios de neurociencia de la lectura, semiótica y teoría del color con metodologías ágiles y procesos colaborativos. Creo en el poder de los datos, pero también en la escucha activa y en la validación constante con las personas que realmente usarán lo que diseñamos.
Diseñar no es imponer, es traducir necesidades en soluciones. Es preguntarse constantemente: ¿quién queda fuera?, ¿a quién no estamos viendo?, ¿qué barreras estamos perpetuando sin darnos cuenta?
Como madre de un niño dentro del espectro autista, he aprendido que la inclusión no es una opción, es una urgencia. Y desde ese lugar trabajo, investigo, y diseño: convencida de que cada decisión —por pequeña que parezca— puede construir o derribar un muro.
Designing, for me, is a way of caring.
Caring for the experience, for understanding, for inclusion.
Caring for the details that allow someone to feel capable, welcomed, and understood in a digital environment.
Caring for the experience, for understanding, for inclusion.
Caring for the details that allow someone to feel capable, welcomed, and understood in a digital environment.
For over a decade, I’ve worked across multiple industries—editorial, healthcare, edtech, and IT—guided by a deep conviction: design must be accessible, empathetic, and meaningful. It's not enough for something to look good; it must work for everyone, especially for those who have been historically excluded.
My practice is shaped by rigorous research and attentive observation. I integrate principles from the neuroscience of reading, semiotics, and color theory with agile methodologies and collaborative workflows. I believe in the power of data, but also in active listening and constant validation with the people who will actually use what we design.
Designing is not about imposing—it’s about translating needs into solutions. It’s about constantly asking: Who is being left out? Who are we not seeing? What barriers are we unknowingly sustaining?
As the mother of a child on the autism spectrum, I’ve learned that inclusion is not an option—it’s an urgent necessity. And from that place, I work, research, and design—convinced that every decision, no matter how small, can either build a bridge or reinforce a wall.